Los estudios científicos han demostrado la superioridad de la leche materna sobre la alimentación con otro tipo de leches. Su composición está adaptada de forma óptima para los bebés y posee multitud de componentes que, ni están presentes en la leche de vaca (a partir de la cual se hacen las leches de fórmula artificial), ni pueden manufacturarse en los laboratorios.
Una leche perfecta para cada momento
La composición de la leche materna cambia para adaptarse a las necesidades del recién nacido en función de:
- La hora del día: el contenido de la leche va variando en función de la hora del día para satisfacer individualmente las necesidades de tu bebé. Por ejemplo, el contenido en grasa es menor a primera hora de la mañana mientras que suele ser mayor en la tarde.
- El tipo de leche materna: la leche materna va evolucionando conforme tu hijo va creciendo. Así pues, la primera leche materna, o calostro, está compuesta por más proteínas y grasas que la leche de transición o que la leche madura.
- La nutrición materna: la nutrición durante el periodo de lactancia puede modificar el contenido de la leche que se produce. Por ejemplo, la cantidad total de grasa presente en la leche materna no está influenciada por la cantidad de grasas que come la madre, sin embargo, si que depende del tipo y de la calidad de las grasas que ingiere. Aquellas madres que mantienen una dieta equilibrada y consumen pescado (rico en grasas esenciales), cuentan con mayores niveles de estos ácidos grasos esenciales en la leche que producen.
- Factores individuales
Una leche diferente durante la toma
Cuando más varía la composición de la leche materna, es a lo largo de la propia toma. Al iniciar la toma, el bebé recibe una leche más clara y rica en azúcares, con menor contenido en grasas. Conforme la toma progresa, la concentración en grasa va aumentando en la leche que se extrae, pudiendo ser hasta cinco veces mayor que al principio.
La habilidad del bebé de tomar esta leche no va a depender del tiempo que pasa el bebé mamando al pecho, sino de si está realizando una succión eficaz, del agarre al pecho así como de la frecuencia de las tomas.
Un bebé necesita estar bien posicionado al pecho para ejercer una succión eficaz ya que no puede depender de la propia “salida” de la leche materna. Si el agarre no es el adecuado, difícilmente obtendrá su leche con contenido graso, haciendo que la toma sea más ligera y por tanto, que acabe teniendo hambre antes y necesitando tomas más frecuentes, de ahí la importancia de un buen agarre.
¿Por qué la leche materna se considera oro líquido?
El principal factor que hace que sea considerada como oro líquido es su composición. La leche materna posee multitud de componentes que ni están presentes en la leche de vaca ni pueden manufacturarse en los laboratorios. Vamos a destacar algunos de los más significativos.
- Grasas y ácidos grasos: representan casi la mitad del valor energético de la leche y son indispensables para el rápido crecimiento del recién nacido, sobretodo a nivel neurológico. Además de ser parte vital en el desarrollo neuronal, los ácidos grasos presentes en la leche materna son esenciales para otras estructuras como el sistema inmunitario o para la agudeza visual del bebé. De todos los componentes, la grasa es el nutriente que más va a variar en la leche materna, ya que cambia en función de la duración del periodo de lactancia, a lo largo del día, y como veíamos anteriormente, aumenta de forma considerable durante una toma.
- Lactosa: es el principal carbohidrato de la leche materna siendo una fuente vital de energía para el recién nacido en desarrollo (aporta el 40% del contenido energético de la leche). La lactosa juega un papel importante en la absorción de calcio y faverece el crecimiento de la flora intestinal normal que evita el que puedan crecer ciertos patógenos en el bebé.
- Proteínas. La leche materna es una de las leches animales con menor contenido en proteínas (menos de un 1% de su composición), siendo estas en su mayoría proteínas del suero de la leche. El intestino del bebé en desarrollo, es muy sensible a la ingesta de proteínas hasta los 6 – 9 meses de edad. El menor contenido en proteínas de la leche materna hace que los niños alimentados con ella muestren menos problemas de tipo alérgico (como la atopia) en comparación con los alimentados mediante derivados de leche de vaca (rica en proteínas como la caseína o la lactoglobulina). Igualmente algunos autores señalan al mayor contenido en proteínas de la leche de vaca como principal responsable de la mayor predisposición a que el bebé desarrolle obesidad o diabetes en el futuro respecto a los que fueron amamantados.
- Vitaminas: Aunque las cantidades varían de la leche de una madre a la de otra, se ha observado como la leche materna contiene el número de vitaminas adecuado y en las concentraciones apropiadas para el bebé. Al igual que ocurre con las grasas, la nutrición durante el periodo de lactancia influye bastante en el aporte adecuado de vitaminas a la leche; si una mujer no toma una dieta equilibrada rica en vitaminas, puede que la leche que produce carezca de las cantidades adecuadas.
- Minerales esenciales. Algunos de los más importantes presentes en la leche materna son el hierro, el zinc y el calcio. Estos minerales también están presentes en las leches formuladas sin embargo, se ha observado como su absorción es muy diferente. Por ejemplo, el hierro presente en la leche materna, esencial para producir glóbulos rojos en la sangre, es absorbido en hasta un 70% mientras que el hierro presente en la leche de vaca sólo se absorbe en un 10%. Igualmente pasa con el zinc o el calcio; aunque la leche de vaca contiene mayores cantidades de estos minerales, su bio disponibilidad en la leche materna es mucho mejor.
- Agentes anti infecciosos y antimicrobianos. Uno de los principales agentes de defensa presentes en la leche son los leucocitos. Durante los 10 primeros días de vida, la leche materna contiene más leucocitos que la propia sangre de la madre y éstos además, tienen una mayor capacidad de supervivencia frente a condiciones adversas (como su exposición a los ácidos del estomago). La presencia de leucocitos protege el tejido del pecho de contra posibles infecciones y confiere inmunidad al bebé en desarrollo hasta que su sistema inmunitario es lo suficientemente autónomo. Otro agente anti infeccioso presente en la leche de vital importancia es la lactoferrina; esta proteína (solo presente en la leche materna) es una proteína que blinda el intestino del bebé y posee efecto antiviral contra algunas enfermedades tan importantes como el SIDA o los herpes. La leche materna cuenta con otros muchos componentes protectores como por ejemplo las inmunoglobulinas. La inmunoglobulina A (Ig A), la produce y la conserva el propio pecho materno y confiere protección frente a un importante número de patógenos como los rotavirus, la salmonela, los poliovirus o los estreptococos entre otros muchos. Otros componentes con efectos inmunitarios presentes pueden ser las lisozimas, los bífidos o las hormonas de crecimiento, todos ellos esenciales en la protección del recién nacido lactante y que igualmente, solo están presentes a día de hoy en la leche de origen materna.
- Células madre. La presencia de células madre en la leche materna es un hecho que abre las puertas a multitud de nuevos estudios e investigaciones. Aunque todavía se desconoce su función principal, existen varias hipótesis sobre su presencia en la leche.
- BIBLIOGRAFIA
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